Cuenta Camilo J. Cela de Pastrana: A Pastrana llega el viajero con las últimas luces de la tarde. El autobús lo descarga a la entrada del pueblo, en los alto de una cuesta larga y pronunciada que no quiere bajar, quizás para no tener que subirla a la mañana siguiente, cargado de hombres y de mujeres, de militares y paisanos, de baúles, de cestas, de cajones, de morrales y de sombrereras.
Nosotros llegamos a media mañana, con nuestro super autobús de cincuenta plazas ocupado por veintidós, gracias a la covid-19. Venimos de visitar el Parque Arqueológico de Recópolis, la ciudad que el rey visigodo Leovigildo mandó construir para su hijo Recaredo y del castillo fortaleza de Zorita de los Canes.
A nuestra llegada a Pastrana, nos dirigimos directamente a la Colegiata, después de recorrer algunas de sus calles. El calor castellano golpea nuestras nucas. No hay humedad. Pero debemos estar a cuarenta grados.
El mosén es un hombre campechano y simpaticote, que ronda los setenta años, capaz de venderle un dromedario a un esquimal. Al saber que somos valencianos nos pregunta cómo es el Himno a la Virgen de los Desamparados. Así de pronto, nos ha dejado epatados. No se lo sabe nadie en este grupo de incrédulos. Así que él se pone a cantarlo.
Nos lleva hasta la antigua Sacristía Mayor de la Colegiata para enseñarnos la colección de tapices.
Se trata de una serie de cuatro tapices de Alfonso V de Portugal, también conocidos como tapices de Pastrana. Son paños tejidos en Flandes, en seda y lana de unas dimensiones medias de 11x4 metros.
Según los historiadores se considera la primera vez que un tapiz narra hechos políticos contemporáneos a su textura, las conquistas de dos ciudades del norte de África, Arcila y Tánger, llevadas a término por Alfonso V de Portugal en 1471. Desde 1950 se conservan en el Museo Parroquial de Tapices de Pastrana. Están considerados como uno de los tesoros más representativos del arte del tapiz gótico flamenco de finales del siglo XV.
El mosén nos lleva a ver los tesoros de la Sacristía y nos señala el cuadro del pintor italiano Barrochi y nos dice que de ahí viene la palabra barroco. ¡Anda ya! La palabra barroco viene del portugués y significa piedra irregular.
Después nos baja a la cripta de los Mendoza, donde reposan los restos de la princesa de Éboli y nos pregunta si sabemos cómo perdió el ojo. Yo le contesto que en un duelo. Sonríe y dice que no. Que el doctor Marañon formuló que se trataría de una enfermedad congénita.
Kate O'brien en su libro Esa dama, una biografía sobre Ana de Mendoza y de la Cerda, cuenta que perdió el ojo a la edad de catorce años en un duelo con un paje de su padre.
Al estudiar el retrato que le hizo el pintor Sánchez Coello para su libro sobre Antonio Pérez el dr. Marañón diagnosticó: ... una nube externa o leucoma, que da al ojo un peculiar aspecto lechoso muy bien expresado por el hábil pintor, a través del parche transparente y junto con la opacidad, una evidente desviación del globo ocular hacia la izquierda. Esta lesión pudo tener un origen traumático, que coincidiría con la leyenda del florete o un origen infeccioso..." Vamos, mosén que de congénita nada.
Seguimos con nuestro flamante cura que ahora nos explica el retablo del altar mayor y las doce santas pintadas en él.
Y ahora el mosén nos anuncia que nos va a tocar el órgano y aparte de Charly nuestro guía, pregunta si hay voluntariado para acompañarle hasta allá arriba. Y para allá que subimos Carmen Coca y yo, a ver cómo nuestro cura favorito actualmente interpreta en un órgano del siglo XVIII.
Después hay venta de catálogos sobre los tapices, Cds con música de órgano. Nos despedimos de nuestro guía eclesiástico y nos vamos a comer, que esto de la cultura abre mucho el apetito.
Por la tarde, antes de emprender regreso a Valencia, pasaremos por delante del palacio ducal de la Princesa de Éboli y Duquesa de Pastrana. Pero esa es una historia para mañana.
Salve y ustedes lo pasen bien.
A nuestra llegada a Pastrana, nos dirigimos directamente a la Colegiata, después de recorrer algunas de sus calles. El calor castellano golpea nuestras nucas. No hay humedad. Pero debemos estar a cuarenta grados.
El mosén es un hombre campechano y simpaticote, que ronda los setenta años, capaz de venderle un dromedario a un esquimal. Al saber que somos valencianos nos pregunta cómo es el Himno a la Virgen de los Desamparados. Así de pronto, nos ha dejado epatados. No se lo sabe nadie en este grupo de incrédulos. Así que él se pone a cantarlo.
Nos lleva hasta la antigua Sacristía Mayor de la Colegiata para enseñarnos la colección de tapices.
Se trata de una serie de cuatro tapices de Alfonso V de Portugal, también conocidos como tapices de Pastrana. Son paños tejidos en Flandes, en seda y lana de unas dimensiones medias de 11x4 metros.
Según los historiadores se considera la primera vez que un tapiz narra hechos políticos contemporáneos a su textura, las conquistas de dos ciudades del norte de África, Arcila y Tánger, llevadas a término por Alfonso V de Portugal en 1471. Desde 1950 se conservan en el Museo Parroquial de Tapices de Pastrana. Están considerados como uno de los tesoros más representativos del arte del tapiz gótico flamenco de finales del siglo XV.
El mosén nos lleva a ver los tesoros de la Sacristía y nos señala el cuadro del pintor italiano Barrochi y nos dice que de ahí viene la palabra barroco. ¡Anda ya! La palabra barroco viene del portugués y significa piedra irregular.
Después nos baja a la cripta de los Mendoza, donde reposan los restos de la princesa de Éboli y nos pregunta si sabemos cómo perdió el ojo. Yo le contesto que en un duelo. Sonríe y dice que no. Que el doctor Marañon formuló que se trataría de una enfermedad congénita.
Kate O'brien en su libro Esa dama, una biografía sobre Ana de Mendoza y de la Cerda, cuenta que perdió el ojo a la edad de catorce años en un duelo con un paje de su padre.
Al estudiar el retrato que le hizo el pintor Sánchez Coello para su libro sobre Antonio Pérez el dr. Marañón diagnosticó: ... una nube externa o leucoma, que da al ojo un peculiar aspecto lechoso muy bien expresado por el hábil pintor, a través del parche transparente y junto con la opacidad, una evidente desviación del globo ocular hacia la izquierda. Esta lesión pudo tener un origen traumático, que coincidiría con la leyenda del florete o un origen infeccioso..." Vamos, mosén que de congénita nada.
Seguimos con nuestro flamante cura que ahora nos explica el retablo del altar mayor y las doce santas pintadas en él.
Y ahora el mosén nos anuncia que nos va a tocar el órgano y aparte de Charly nuestro guía, pregunta si hay voluntariado para acompañarle hasta allá arriba. Y para allá que subimos Carmen Coca y yo, a ver cómo nuestro cura favorito actualmente interpreta en un órgano del siglo XVIII.
Después hay venta de catálogos sobre los tapices, Cds con música de órgano. Nos despedimos de nuestro guía eclesiástico y nos vamos a comer, que esto de la cultura abre mucho el apetito.
Por la tarde, antes de emprender regreso a Valencia, pasaremos por delante del palacio ducal de la Princesa de Éboli y Duquesa de Pastrana. Pero esa es una historia para mañana.
Salve y ustedes lo pasen bien.
Ningú va informar al mossén de Pastrana que en el grup de turistes hi havia una sabudeta?
ResponderEliminar(Dona que sempre ha de dir l’última paraula perquè sap de tot)
Ningú va informar al mossén de Pastrana que en el grup de turistes hi havia una sabudeta?
ResponderEliminar(Dona que sempre ha de dir l’última paraula perquè sap de tot)
Benvolgut Earl,
ResponderEliminarEl mosén era prou més sabudet que jo, però no contava que tenia en el grup una dona que li dona per comprovar-ho tot. Que tingues un bon Ferragost.