Pero no podía permitirse pensar en ella.
Detestaba su querido nombre. Ahora estaba
grabado junto al de Ruy Gómez en la tumba
de la iglesia de la Colegiata de Pastrana.
Allí debía permanecer, pero ¿permitiría el
misericordioso Cielo que quedara enterrada
en su alma y no volviera a pensar en ella?
Esa Dama
Kate O'Brien
Ana Hurtado de Mendoza de la Cerda y de Silva y Álvarez de Toledo nacio en Cifuentes en 1540 y murió en Pastrana en 1592. La Casa de los Mendoza fue una de las familias más poderosas de su época.
A la edad de doce años firmó las capitulaciones matrimoniales con un noble portugués Ruy Gómez de Silva, que había llegado a España en el séquito de Isabel de Portugal, esposa del emperador Carlos V. Ruy era príncipe de Éboli, ciudad ubicada en el reino de Nápoles y ministro del rey.
Se casaron y el noble portugués pasó los cinco primeros años de matrimonio en Inglaterra por lo que apenas pasaron tres meses juntos. Así y todo, tendrían diez hijos de los que sobrevivirían seis.
Ana estaba considerada como una de las mujeres más hermosas de la corte española. Decían que si no hubiera sido por el parche, hubiera resultado imposible mirarla porque sus ojos eran dos soles deslumbrantes.Hasta el accidente de esgrima.
Los Duques de Pastrana solicitaron dos conventos de la orden religiosa de las carmelitas descalzas en su villa.
Pero Ana quiso dirigir los trabajos de construcción, como si de una entendida se tratara y tropezó con la madre Teresa de Jesús, fundadora de la orden. No hicieron buenas migas. El noble portugués puso paz entre su esposa y la superiora de la orden. Pero a la muerte de éste, las dos volvieron a la carga porque la Duquesa de Pastrana se puso entre ojo y parche ser monja y que todas sus criadas también lo fueran con ella. La superiora tuvo que ceder a regañadientes, aunque la ubicó en una celda austera.
Sin embargo, la díscola princesa se cansó y se marchó a una casa del huerto del convento con sus doncellas. De esta manera, no le faltarían armarios para sus vestidos y joyas y podría salir a la calle cuando le apeteciera. Teresa de Jesús se cansó del asunto y mandó a todas las monjas que se fueran del convento y se marcharan de Pastrana. Ana se vió sola y decidió ir a su palacio de Madrid. Vengativa con la superiora, publicó una biografía de Teresa de Jesús, bastante tergiversada, ante el escándalo de la Inquisición española que prohibió el libro durante diez años.
Fue la repentina muerte de su marido, en 1573 lo que la trastocó, cuando no tuvo más remedio que hacerse cargo de su amplio patrimonio. Durante el resto de su vida tuvo una existencia problemática.
Ana mantenía relaciones estrechas con Felipe II, lo que motivó que la consideraran amante del rey, sin embargo fue muy amiga de Isabel de Valois.
Así y todo, se tiene la certeza de que sostuvo relaciones con Antonio Pérez, secretario del rey. En aquella época el secretario del rey era como el primer ministro. Ana y el valido tenían la misma edad.
Estas relaciones fueron conocidas por Juan de Escobedo, secretario de D. Juan de Austria, hijo natural de Carlos V. Escobedo apoyaba a los rebeldes de los Países Bajos españoles.
Antonio Pérez temía que revelase el secreto de sus relaciones con la Duquesa de Pastrana y lo denunció ante Felipe II por sus manejos políticos.
Escobedo apareció muerto a estocadas y todo el mundo sospechó de Antonio Pérez. A pesar de ello, el rey no ordenó detenerlo hasta un año después.
Las intrigas de palacio estaban a la orden del día. La princesa de Éboli y Duquesa de Pastrana fue encerrada en 1579, por orden del rey, que tan amigo había sido de ella, primero en el Torreón de Pinto, luego en la fortaleza de Santorcaz. Se le quitó la tutela de sus hijos y la administración de sus bienes. En 1581 la trasladaron a su Palacio Ducal de Pastrana, donde estuvo acompañada por su hija menor, Ana de Silva y tres criadas.
El balcón enrejado que da a esta plaza de la Hora, llamada así porque ese era el tiempo a lo largo del día en que se le permitía a la princesa asomarse, respirar al aire libre y tomar el sol.
Antonio Pérez se fugó a Aragón en 1590 y las consecuencias las pagó la princesa. Felipe II se cebó en ella. Mandó poner rejas en puertas y ventanas del Palacio Ducal.
¿Por qué el rey fue tan cruel con ella? ¿Por qué mantuvo esa actitud hasta la muerte de ella cuando habían tenido una relación tan estrecha? Ella lo llama en sus cartas primo y él se refiere a ella como la hembra. Sin embargo, mientras la actitud hacia la duquesa era tan dura, siempre protegió y cuidó el rey de sus hijos.
Estuvo confinada en su casa durante doce años, hasta que murió. ¡Y nosotros quejándonos por dos meses!
Ella y su marido están enterrados en la cripta de la Colegiata.
Salve y ustedes lo pasen bien!
Wikipedia.
ResponderEliminarNo. El llibre de Kate O’Brien. Una altra cosa és que wikipedia ho haja tret d’ahi. Salut.
EliminarQuin rotllo....
ResponderEliminarSi, per a alguna gent la historia i la cultura resulten un rótllo. Salut.
EliminarQué vida más movida, y que interesante personaje, aunque la ira del Rey se cebó en ella...la pobre 12 años confinada en su propia casa, aunque debió de ser mejor que la cárcel por supuesto.
ResponderEliminarInteresante personaje, y muy controvertido a la par que caprichoso e inteligente.
No hay nada tan difícil como la condición humana. Qué dificil juzgar a nadiE, Mejor no hacerlo. No sabemos cómo hubiéramos actuado en tales condiciones. Gracias por enviarme tu comentario. Un saludo.
ResponderEliminarMuy interesante Dolors y sí nos quejamos de todo. La mascarilla, el confinamiento, la historia...Muchos besos.
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