Hemos estado varios días sin wifi. La cobertura no es buena en Marruecos. Incluso en casa de Kenza fallaba, no te digo ya en el desierto. Así que el tiempo real ya no se corresponde con el de la narración. Kenza nos despertó al día siguente de nuestra llegada con un contundente desayuno y nos preparamos para dirigirnos a la medina. Le dimos la vuelta a las murallas que la protegen y mientras nosotros nos dirigíamos al barrio de los curtidores, el arquitecto se marchó a Yamâ Fna, a dibujar escenas de la plaza desde la terraza del Café de France.
Manuel quedó impresionado con la dureza del trabajo de estos hombres, con los olores. con los excrementos de paloma y la sosa cáustica para ablandar las pieles, con el ambiente.
Después nos dirigimos en taxi hasta dónde están los bouquinistes. Encuentro libros de segunda mano de Amin Maalouf, de Jasmine Khadrà, de Tahar Ben Jelloun que he trabajado este curso con mis alumnos, de Fatima Mernesi, y otros autores árabes, francófonos, que me va descubriendo Kenza. También compramos cuentos y un ejemplar en tres tomos de Les mil et une nuit.
Después nos reuniremos con el arquitecto en la plaza y nos iremos a casa de Kenza a comer tajine de pescado, a descansar y a prepararnos para el final de la tarde que pasaremos en los jardines de Menara, donde las familias pasan la tarde del domingo entre olivos, cánticos y meriendas. Hay grupos musicales que actúan espontáneamente, mujeres y niños tumbados sobre mantas debajo de los árboles y el atardecer sobre el estanque.
Esta noche cenaremos en el restaurante Al Fassia, que significa la de Fez, cordero Mechua y tajine de pollo. Y comprobaremos que el local se ha convertido en un poducto totalmente turístico, pues no hay ni un solo cliente marroquí. Y decidiremos que no era el sitio que buscábamos, que ese restaurante de hace veinte años donde se podían encontrar familiar marroquíes de celebración, hace tiempo que desapareció. Y nos conjuraremos para comer solo en lugares donde lo hagan los marroquíes. Mañana emprendemos viaje hacia la cordillera del Atlas.
Manuel quedó impresionado con la dureza del trabajo de estos hombres, con los olores. con los excrementos de paloma y la sosa cáustica para ablandar las pieles, con el ambiente.
Después nos dirigimos en taxi hasta dónde están los bouquinistes. Encuentro libros de segunda mano de Amin Maalouf, de Jasmine Khadrà, de Tahar Ben Jelloun que he trabajado este curso con mis alumnos, de Fatima Mernesi, y otros autores árabes, francófonos, que me va descubriendo Kenza. También compramos cuentos y un ejemplar en tres tomos de Les mil et une nuit.
Después nos reuniremos con el arquitecto en la plaza y nos iremos a casa de Kenza a comer tajine de pescado, a descansar y a prepararnos para el final de la tarde que pasaremos en los jardines de Menara, donde las familias pasan la tarde del domingo entre olivos, cánticos y meriendas. Hay grupos musicales que actúan espontáneamente, mujeres y niños tumbados sobre mantas debajo de los árboles y el atardecer sobre el estanque.
Esta noche cenaremos en el restaurante Al Fassia, que significa la de Fez, cordero Mechua y tajine de pollo. Y comprobaremos que el local se ha convertido en un poducto totalmente turístico, pues no hay ni un solo cliente marroquí. Y decidiremos que no era el sitio que buscábamos, que ese restaurante de hace veinte años donde se podían encontrar familiar marroquíes de celebración, hace tiempo que desapareció. Y nos conjuraremos para comer solo en lugares donde lo hagan los marroquíes. Mañana emprendemos viaje hacia la cordillera del Atlas.
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