Marisu, al principio, parece fría, distante. Pero en seguida me doy cuenta de que se trata solo de timidez. Así que le cuento que no nos vimos por primera vez en La Matandeta, sino en el zoo de Valencia. Hace más de veinticinco años.¡ Ah1 Sí, el burro, responde. Ignacio Docavo era sobrino de Rafael Alberti. Vinieron a donar un burro de Rute. Aquella mañana yo estaba allí. La abordo directamente, delante de una bandeja de langostinos. ¿Cómo conociste al poeta? Entonces su cara se ilumina. Es una mujer guapa, muy guapa. Los niños gritan, corren. Es día de cumpleaños. Sus nietos celebran. Unos nietos, mitad persas, que comparte con el arquitecto, con el que a su vez, yo comparto la vida, a ratos.
¿Cómo conociste al poeta? En Baeza, en el homenaje a Antonio Machado. Yo buscaba a Dámaso Alonso y me dí de bruces con él. Le pedí un autógrafo. Tenía treinta y ocho años, él casi ochenta. Después vino a Valencia. La exposición de Matta, su amigo...
Los niños ríen, se divierten. Me acuerdo de la primera vez que me llevó al Prado. Una mañana de lunes. Fuí con mis hijos. Me explicó los cuadros. Las Meninas. Para mí, profesora de literatura , fue como si estuviera con Góngora o Lope de Vega....
La mirada de Marisu se transforma. Han pasado más de veinte años desde su muerte y sin embargo, la viuda de Rafael Alberti sigue refiriéndose a él, completamente enamorada.
Me hablaba de Miguel, de Federico... Era tan fácil vivir con él. Fui a la residencia en donde se encontraba María Teresa León, a conocerla, ya muy enferma de Alzheimer.
Marisu sigue viviendo en El Puerto de Santa María. Escribe, lee, la invitan a conferencias para que hable del Marinero en tierra.
No sé si debo ir a Roma... Pues claro que sí. Yo te llevo las maletas. Los niños silban. Les han regalado un pito y los mayores no quieren que hagan ruido. Contradicciones. Llega el mago. Se interrumpe la conversación, no sin que antes nos hagamos confidencias... Me cuenta anécdotas de Saramago y su mujer, Pilar del Río. Me habla de la noche que María Kodama, viuda de Jorge Luis Borges, fue a cenar a su casa. Le pregunto cómo son Paco Ibáñez, Nuria Espert...
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