martes, 23 de abril de 2019

MARRAKECH Y KENZA LAMOUASNI

La primera  vez que vine a Marrakech fue hace doce años, con Joan Roig y sus amigos. Apenas salimos de la medina. Nos dedicamos, los cinco días que estuvimos a dar  vueltas por las callejuelas del zoco y a sentarnos en la terraza  del Café de France, a tomar té a la hierbabuena y a  ver pasar  la vida. Porque la plaza Jamâ Fnaa es todo un espectáculo en sí misma. Igual aparecían aguadores con su traje típico en búsqueda del turista, que los cuentacuentos, que cruzaba  un pastor con sus cabras.
Hace dos años volví  a Marrackech invitada por Kenza Lamouasni y me hospedé en su casa.
Kenza tiene veintiséis años y estudia  sexto de Medicina. En Marruecos estos estudios duran ocho años, más cuatro de especialización.
Aunque la historia de cómo conocí a Kenza la  publiqué en mi  entrada SORPRESAS la voy a repetir aquí. Hace seis años yo estudiaba en la  Universidad Marseille-Aix-en- Pfrovence, vivía en Puyricard, a ocho kilómetros de la ciudad, en casa de un inglés jubilado que se  llama Derek Moxon. Aquel año Erasmus empecé a escribir mi blog y a contar mis experiencias en Francia y con el flemático ingeniero inglés. 
Acabé el curso y volví a mi casa. Terminé mis estudios en julio y el septiembre siguiente  me  entraron unas ganas inmensas de volver a  la Provenza. No le avisé a mi casero de  mi llegada y me hospedé en casa de unos amigos, muy cerca  de la  suya.
Cuando aquella tarde llamé a su puerta  y le dije que era María, la sorpresa fue mayúscula. Él pensó que nunca nos  volveríamos a ver.
Al cabo  de un rato, bajó del piso de  arriba una chica árabe, preciosa que  hablaba  perfectamente español  y que  me saludó diciéndome tú eres María  de La Matandeta y yo estoy aquí gracias a tí.
Por supuesto que no entendí nada, hasta que me lo aclaró. Kenza estudiaba Medicina en la Universidad de Marrakech y estaba atravesando un crisis. Así que decidió cambiar de aires y de ambientes. Su economía familiar lo permite. Se marchó a Francia y se matriculó en Aix, para cursar los estudios de  inglés y chino. A la hora de encontrar un lugar donde vivir, recurrió igual que yo al enlace appartager.com, donde puedes encontrar sitios en  los que hospedarte en casa de familias que alquilan habitaciones. Dio con el enlace de Derek Moxon y empezó a escribirse con él. Cuando el inefable inglés le dijo que él no cobraba por la habitación, sus padres no vieron la cuestión clara y a pesar de que, a través de  los mensajes que habían cruzado se había establecido una corriente  de simpatía entre los dos, los padres de Kenza desconfiaban.
Kenza lo comentó  a un amigo y éste escribió en Google el nombre de Derek Moxon y automáticamente apareció mi blog, en donde yo contaba mis andanzas por la Provenza y mi vida rutinaria de estudiante Erasmus  en casa de Derek. Anécdotas, situaciones divertidas que  me sucedían con el viejo inglés y sobre todo, su bonhomía, su sentido del humor y su respetuosidad para conmigo. Fue suficiente para convencer a los padres de Kenza de que podía residir en casa del  abuelito inglés.
Se había producido una hermosa sincronía. Kenza es una especie  de nieta adoptiva para  Derek. A pesar de que  al terminar aquel curso, Kenza volvió a Marrakech y siguió estudiando Medicina, no ha perdido el contacto  con Derek. Hace un mes fue a visitarlo.
Un año después de  nuestro encuentro en casa de  Derek  por primera vez, Kenza me avisó de que Derek se había caído en el jardín y se había roto una pierna. Tuvieron que operarlo y pasó tres meses en una residencia para seguir la rehabilitación. Fuí a visitarlo y como necesitaba ayuda, decidí quedarme mes y medio con él. Era mi forma de devolverle  lo mucho que hizo por mí aquel año Erasmus. Durante esa estancia, llegó también Kenza, agotada después de  los exámenes en la Facultad de Medicina. Además coincidió con el Ramadán. Recuerdo  que se pasaba el día durmiendo y al caer la tarde bajaba y tenía  largas conversaciones con Derek en inglés mientras  preparaba y tomaba su harira.
Dos años después fuí a visitarla a Marrackech, me quedé en su casa y puedo dar fe de la  hospitalidad árabe que ella y su familia practican en grado sumo. Esta vez tuve una  buena cicerone para conocer la ciudad.
Ahora la avisé de  nuestro periplo marroquí y nos volvió a ofrecer su casa. Hemos disfrutado dos días de su compañía. Kenza habla perfectamente en español, inglés, francés, por supuesto árabe, tiene nociones de chino y ahora  ha empezado a estudiar alemán porque  le gustaría  hacer la especialidad en Alemania. Kenza Lamouasni es guapa por fuera y por dentro. Ha heredado las maneras afables y tranquilas de la gente de  su país, pero se asoma a la cultura occidental y aunque visita la Mezquita regularmente,  no tanto como ella quisiera, se viste a la occidental. Como si quisiera absorber de aquí y de allá, lo mejor de las dos culturas. Kenza viaja por el mundo sola. Hizo prácticas un verano  en Bello Horizonte. Tiene amigas  de su edad  en  Madrid, que conoció en la Facultad de Marrackech. Se mueve por el mundo como lo que  es, una chica árabe actual, que me pidió que le trajera unos zapatos para  bailar bachata porque los domingos por  la tarde practica esta afición. Gracias, Kenza  a tí y a  tu familia. Sois entrañables. Os llevo  en el corazón.






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