La primera vez que vine a Marrakech fue hace doce años, con Joan Roig y sus amigos. Apenas salimos de la medina. Nos dedicamos, los cinco días que estuvimos a dar vueltas por las callejuelas del zoco y a sentarnos en la terraza del Café de France, a tomar té a la hierbabuena y a ver pasar la vida. Porque la plaza Jamâ Fnaa es todo un espectáculo en sí misma. Igual aparecían aguadores con su traje típico en búsqueda del turista, que los cuentacuentos, que cruzaba un pastor con sus cabras.
Hace dos años volví a Marrackech invitada por Kenza Lamouasni y me hospedé en su casa.
Kenza tiene veintiséis años y estudia sexto de Medicina. En Marruecos estos estudios duran ocho años, más cuatro de especialización.
Aunque la historia de cómo conocí a Kenza la publiqué en mi entrada SORPRESAS la voy a repetir aquí. Hace seis años yo estudiaba en la Universidad Marseille-Aix-en- Pfrovence, vivía en Puyricard, a ocho kilómetros de la ciudad, en casa de un inglés jubilado que se llama Derek Moxon. Aquel año Erasmus empecé a escribir mi blog y a contar mis experiencias en Francia y con el flemático ingeniero inglés.
Acabé el curso y volví a mi casa. Terminé mis estudios en julio y el septiembre siguiente me entraron unas ganas inmensas de volver a la Provenza. No le avisé a mi casero de mi llegada y me hospedé en casa de unos amigos, muy cerca de la suya.
Cuando aquella tarde llamé a su puerta y le dije que era María, la sorpresa fue mayúscula. Él pensó que nunca nos volveríamos a ver.
Al cabo de un rato, bajó del piso de arriba una chica árabe, preciosa que hablaba perfectamente español y que me saludó diciéndome tú eres María de La Matandeta y yo estoy aquí gracias a tí.
Por supuesto que no entendí nada, hasta que me lo aclaró. Kenza estudiaba Medicina en la Universidad de Marrakech y estaba atravesando un crisis. Así que decidió cambiar de aires y de ambientes. Su economía familiar lo permite. Se marchó a Francia y se matriculó en Aix, para cursar los estudios de inglés y chino. A la hora de encontrar un lugar donde vivir, recurrió igual que yo al enlace appartager.com, donde puedes encontrar sitios en los que hospedarte en casa de familias que alquilan habitaciones. Dio con el enlace de Derek Moxon y empezó a escribirse con él. Cuando el inefable inglés le dijo que él no cobraba por la habitación, sus padres no vieron la cuestión clara y a pesar de que, a través de los mensajes que habían cruzado se había establecido una corriente de simpatía entre los dos, los padres de Kenza desconfiaban.
Kenza lo comentó a un amigo y éste escribió en Google el nombre de Derek Moxon y automáticamente apareció mi blog, en donde yo contaba mis andanzas por la Provenza y mi vida rutinaria de estudiante Erasmus en casa de Derek. Anécdotas, situaciones divertidas que me sucedían con el viejo inglés y sobre todo, su bonhomía, su sentido del humor y su respetuosidad para conmigo. Fue suficiente para convencer a los padres de Kenza de que podía residir en casa del abuelito inglés.
Se había producido una hermosa sincronía. Kenza es una especie de nieta adoptiva para Derek. A pesar de que al terminar aquel curso, Kenza volvió a Marrakech y siguió estudiando Medicina, no ha perdido el contacto con Derek. Hace un mes fue a visitarlo.
Un año después de nuestro encuentro en casa de Derek por primera vez, Kenza me avisó de que Derek se había caído en el jardín y se había roto una pierna. Tuvieron que operarlo y pasó tres meses en una residencia para seguir la rehabilitación. Fuí a visitarlo y como necesitaba ayuda, decidí quedarme mes y medio con él. Era mi forma de devolverle lo mucho que hizo por mí aquel año Erasmus. Durante esa estancia, llegó también Kenza, agotada después de los exámenes en la Facultad de Medicina. Además coincidió con el Ramadán. Recuerdo que se pasaba el día durmiendo y al caer la tarde bajaba y tenía largas conversaciones con Derek en inglés mientras preparaba y tomaba su harira.
Dos años después fuí a visitarla a Marrackech, me quedé en su casa y puedo dar fe de la hospitalidad árabe que ella y su familia practican en grado sumo. Esta vez tuve una buena cicerone para conocer la ciudad.
Ahora la avisé de nuestro periplo marroquí y nos volvió a ofrecer su casa. Hemos disfrutado dos días de su compañía. Kenza habla perfectamente en español, inglés, francés, por supuesto árabe, tiene nociones de chino y ahora ha empezado a estudiar alemán porque le gustaría hacer la especialidad en Alemania. Kenza Lamouasni es guapa por fuera y por dentro. Ha heredado las maneras afables y tranquilas de la gente de su país, pero se asoma a la cultura occidental y aunque visita la Mezquita regularmente, no tanto como ella quisiera, se viste a la occidental. Como si quisiera absorber de aquí y de allá, lo mejor de las dos culturas. Kenza viaja por el mundo sola. Hizo prácticas un verano en Bello Horizonte. Tiene amigas de su edad en Madrid, que conoció en la Facultad de Marrackech. Se mueve por el mundo como lo que es, una chica árabe actual, que me pidió que le trajera unos zapatos para bailar bachata porque los domingos por la tarde practica esta afición. Gracias, Kenza a tí y a tu familia. Sois entrañables. Os llevo en el corazón.
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