Solamente se cansa uno de los nuevo, pero no de las cosas antiguas.
Kierkegaard
Se acercaba el Buida la cambra del último domingo de octubre. Es un rito que celebramos desde que yo volví de mi año Erasmus en Francia, Allí se llama Vide grenier y acuden masivamente cada vez que se convoca, ya sea por los Ayuntamientos o por alguna asociación sin ánimo de lucro. Los franceses son los reyes del reciclaje avant la lettre. He escrito tanto sobre ello que mejor no les canso.
Pues como les decía, yo andaba rebuscando en mis armarios prendas de las que deshacerme. Me cuesta mucho. Yo uso la ropa. La conservo durante años. De pronto, apareció el jersey de lana que compré en Polonia en 1987. Todavía no había caído el muro de Berlín ni yo había cruzado la frontera de los treinta años. Fue un viaje en coche atravesando media Europa. Rafa Gálvez quería dedicarse a la importación de productos polacos.
Él no importó nada, pero yo me traje unas botas rojas y un jersey de lana que todavía conservo. Esta prenda vivió en el piso de Sedaví, en La Matandeta, en la casa de Fontanars, el año que pasé allí. Y un tiempo después del divorcio, el sr. Gálvez me lo hizo llegar cuando él desocupó la casa. Así que el jersey polaco de lana tiene mucha historia tras de sí. Se lo compré en la calle a una viejecita en Katowice que lo había tejido con sus propias manos. Se le nota la buena lana. Sigue intacto, sin hacer bolas. Lo he metido en lavadoras, no lo he cuidado y como si nada. Una prenda hecha para durar, no para consumir.
Como a cada momento de mi vida lo acompaña un libro, esta vez lo hará La desaparición de los rituales de Byang-yul Han. Dice así el autor coreano:
Son las formas rituales las que, como la cortesía, posibilitan no solo un bello trato entre las personas, sino también un pulcro y respetuoso manejo de las cosas. En el marco ritual las cosas no se consumen ni se gastan, sino que se usan. . Por eso pueden llegar a hacerse antiguas. Por el contrario, bajo la presión para producir nosotros nos comportamos con las cosas, es más con el mundo, consumiendo en lugar de usando. En contrapartida, ellas nos desgastan. Un consumo sin escrúpulos hace que estemos rodeados de un desvanecimiento que desestabiliza la vida . Las prácticas rituales se encargan de que tengamos un trato pulcro y sintonicemos bien no solo con las otras personas, sino también con las cosas.
Yo no sigo la moda. Creo mi propio estilo de vestir. Como una Annie Hall de la Marjal, ciudadana del mundo. Compro en outlets, rebusco en mercadillos, en tiendas de segunda mano. Tengo buen ojo para pescar piezas únicas.
Bueno, pues me desprendería de él en el Buida la cambra de La Matandeta. Pero ocurrió una señal. Lo siento. Pero yo creo en las señales del destino. Ya sé que no tienen ninguna base científica ni siquiera una explicación lógica. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo y me hago mayor, me aferro más a ellas.
Sucedió que el mismo día que encontré el viejo jersey polaco en el armario, tuve que acercarme hasta el despacho de mi prima Pepa Baixauli, nuestra asesora fiscal. Me contó que en diciembre viajaría a Cracovia ella sola. Y yo supe que era una señal. Tenía que volver a Polonia, treinta y cuatro años después de aquel viaje.
Me voy contigo. Me voy contigo y con el jersey polaco, olvidé decirle. Y en esas estamos.
Una historia muy bien narrada.Resulta emotiva.
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