miércoles, 15 de junio de 2022

CAMBIO CLIMÁTICO

Uno de los placeres que apareció a partir del mes de marzo es poder  ir a trabajar en  bicicleta. Por el carril bici de  Pinedo llego hasta la avenida Baleares y por tanto al IES del mismo nombre. Ver amanecer en la playa de  Pinedo es un lujo que no cuesta dinero. Como tantos otros.
Pero la superbicicleta holandesa se pinchó tres veces seguidas y tuve que llevarla hasta la tienda donde la compré muy cerca de  Antig Regne. Así que la primera vez, después de  dejarla a buen recaudo, me marché por esta avenida hacia  la Estación del Norte. A mitad de camino me  detuve en la tienda de  productos japoneses. Entré en busca  de  jengibre y wasabi y me  atendió el dueño. Un hombre muy amable que me recomendó unas crujientes  galletas de matcha. Qué raro, pensé, un español que tiene desde hace muchos años una tienda de  productos japoneses, mucho antes  de que  esta cocina estuviera de  moda en  esta ciudad. Pero no le  pregunté nada.
El segundo pinchazo, en apenas una semana más, me llevó otra vez  por la misma ruta y me detuvo en la misma  tienda. Esta vez no  estaba el hombre español, sino una mujer japonesa que hablaba perfectamente en castellano. Le pregunté por las galletas crujientes de matcha y me respondió que no las conocía. Que ella no había probado todos sus  productos y mucho menos los dulces porque  estaba a dieta y llevaba  ya perdidos veinte  kilos. Yo le  respondí que tenía un restaurante y por supuesto que había  probado todos los platos de mi carta.
Entonces le dí una tarjeta de La Matandeta. Se me quedó mirando y añadió: La primera vez que  fuimos, Salvador y yo, tu hija estaba embarazada. La segunda vez, vimos  un rollizo bebé. La tercera vez, yo había conseguido reunir a mis hermanas y mis padres en Valencia. Una vive en Estados Unidos, otra en Japón y mis padres en Brasil. Teníamos mucha ilusión, reservamos la mesa, escogimos el arroz. Pero el domingo de la comida llegamos y nos encontramos un cartel que decía  que el abuelo había fallecido y por eso estaba cerrado.
En otra ocasión, tú nos explicaste el significado de Matandeta. Tu marido lleva barba y es muy guapo.
Sonrío y le  explico que su información está desfasada.
¡Madre del Amor Hermoso! La cantidad de información que tiene esta mujer sobre mi vida. 
Miriam nació en  Brasil, en  Sao Paolo, que  cuenta con una colonia de cuatro millones de japoneses. Conoció a Salvador, el que  es  su  marido, de  momento, como ella añade, en  el Camino de Santiago hace veinticinco años. Por eso, Valencia cuenta con una tienda de  productos japoneses  desde hace  más  de  veinte años. Se alinearon dos  astros y el resto lo hicieron ellos. Las leyes de la sincronicidad son así.



Recojo mi superbici holandesa por tercera vez  tras un pinchazo provocado por un radio suelto y emprendo el camino hacia La Matandeta. Estamos a principios de junio. En treinta años, nunca había visto  este  paisaje seco. En junio, el arroz está  plantado y  ya alcanza el medio metro. Pero  las lluvias de  abril inundaron los campos  cuando  no  tocaba. La tierra estaba gelà, no se hicieron los  trabajos que  tocaba en esa temporada. Y para  el  quince de junio, que es cuando escribo  esta  crónica, todavía no ha  habido  plantà.


A partir del día 10, empezaron a soltar el agua, el paisaje de la marjal nuevamente se transformó. Mientras pedaleo  hacia casa pienso que el cambio climático no es algo que acontezca en algunas partes del mundo, lejos de aquí, sino que  ya  está entre  nosotros. La tierra  habla  y lo hace  de  una  forma  angustiosa. Como angustiosos han sido los 111 días que  hoy se cumple de la  guerra rusa contra Ucrania. ¿Febrero? ¿Fue en febrero cuando escribí por última vez en este blog? Se me pasó el  tiempo volando, ocupada  en un montón de conflictos. El conflicto es consustancial a la vida y no hay que evitarlo, sino aprender a  resolverlo. Así y todo, prefiero  las leyes del cosmos a las humanas. Me fío más de las primeras. Pedaleo en mitad de la ola de calor, pero me da en la cara la brisa suave del mar.


Pienso en todo  ello, mientras pedaleo tan deprisa como puedo hacia mi casa, a La Matandeta. Y me digo, a veces es como si vivieras dentro de  una película  de acción y aventuras.
Y, a  toro pasado, me digo que  me gusta. Pero solo, cuando el conflicto pasó. Creo que voy a escribir  mucho los próximos días. La novela empieza así:   Supo que no estaría  presente el día de su cumpleaños....
Tengo la teoría de que de un hecho malo, siempre se deriva algo bueno. El mal asunto fue el pinchazo de la bicicleta. De ello se derivó que me encontré a Miriam y a su vez, Miriam volvió a La Matandeta.










Si, este será un verano de mucho calor y muy movido. Lo presiento. Ya me lo anuncian las leyes del cosmos. Salve y ustedes disfruten de mi rentrée.

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