Pero la superbicicleta holandesa se pinchó tres veces seguidas y tuve que llevarla hasta la tienda donde la compré muy cerca de Antig Regne. Así que la primera vez, después de dejarla a buen recaudo, me marché por esta avenida hacia la Estación del Norte. A mitad de camino me detuve en la tienda de productos japoneses. Entré en busca de jengibre y wasabi y me atendió el dueño. Un hombre muy amable que me recomendó unas crujientes galletas de matcha. Qué raro, pensé, un español que tiene desde hace muchos años una tienda de productos japoneses, mucho antes de que esta cocina estuviera de moda en esta ciudad. Pero no le pregunté nada.
El segundo pinchazo, en apenas una semana más, me llevó otra vez por la misma ruta y me detuvo en la misma tienda. Esta vez no estaba el hombre español, sino una mujer japonesa que hablaba perfectamente en castellano. Le pregunté por las galletas crujientes de matcha y me respondió que no las conocía. Que ella no había probado todos sus productos y mucho menos los dulces porque estaba a dieta y llevaba ya perdidos veinte kilos. Yo le respondí que tenía un restaurante y por supuesto que había probado todos los platos de mi carta.
Entonces le dí una tarjeta de La Matandeta. Se me quedó mirando y añadió: La primera vez que fuimos, Salvador y yo, tu hija estaba embarazada. La segunda vez, vimos un rollizo bebé. La tercera vez, yo había conseguido reunir a mis hermanas y mis padres en Valencia. Una vive en Estados Unidos, otra en Japón y mis padres en Brasil. Teníamos mucha ilusión, reservamos la mesa, escogimos el arroz. Pero el domingo de la comida llegamos y nos encontramos un cartel que decía que el abuelo había fallecido y por eso estaba cerrado.
En otra ocasión, tú nos explicaste el significado de Matandeta. Tu marido lleva barba y es muy guapo.
Sonrío y le explico que su información está desfasada.
¡Madre del Amor Hermoso! La cantidad de información que tiene esta mujer sobre mi vida.
Miriam nació en Brasil, en Sao Paolo, que cuenta con una colonia de cuatro millones de japoneses. Conoció a Salvador, el que es su marido, de momento, como ella añade, en el Camino de Santiago hace veinticinco años. Por eso, Valencia cuenta con una tienda de productos japoneses desde hace más de veinte años. Se alinearon dos astros y el resto lo hicieron ellos. Las leyes de la sincronicidad son así.
Recojo mi superbici holandesa por tercera vez tras un pinchazo provocado por un radio suelto y emprendo el camino hacia La Matandeta. Estamos a principios de junio. En treinta años, nunca había visto este paisaje seco. En junio, el arroz está plantado y ya alcanza el medio metro. Pero las lluvias de abril inundaron los campos cuando no tocaba. La tierra estaba gelà, no se hicieron los trabajos que tocaba en esa temporada. Y para el quince de junio, que es cuando escribo esta crónica, todavía no ha habido plantà.
A partir del día 10, empezaron a soltar el agua, el paisaje de la marjal nuevamente se transformó. Mientras pedaleo hacia casa pienso que el cambio climático no es algo que acontezca en algunas partes del mundo, lejos de aquí, sino que ya está entre nosotros. La tierra habla y lo hace de una forma angustiosa. Como angustiosos han sido los 111 días que hoy se cumple de la guerra rusa contra Ucrania. ¿Febrero? ¿Fue en febrero cuando escribí por última vez en este blog? Se me pasó el tiempo volando, ocupada en un montón de conflictos. El conflicto es consustancial a la vida y no hay que evitarlo, sino aprender a resolverlo. Así y todo, prefiero las leyes del cosmos a las humanas. Me fío más de las primeras. Pedaleo en mitad de la ola de calor, pero me da en la cara la brisa suave del mar.
Pienso en todo ello, mientras pedaleo tan deprisa como puedo hacia mi casa, a La Matandeta. Y me digo, a veces es como si vivieras dentro de una película de acción y aventuras.
Y, a toro pasado, me digo que me gusta. Pero solo, cuando el conflicto pasó. Creo que voy a escribir mucho los próximos días. La novela empieza así: Supo que no estaría presente el día de su cumpleaños....
Tengo la teoría de que de un hecho malo, siempre se deriva algo bueno. El mal asunto fue el pinchazo de la bicicleta. De ello se derivó que me encontré a Miriam y a su vez, Miriam volvió a La Matandeta.
Si, este será un verano de mucho calor y muy movido. Lo presiento. Ya me lo anuncian las leyes del cosmos. Salve y ustedes disfruten de mi rentrée.
Qué bonita historia!!!
ResponderEliminarMe ha encantado!!!
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