Las gafas de leer aparecieron, misteriosamente, en el sofá, debajo de un cojín. Y mira que lo había revuelto todo buscándolas. Para mí, que los objetos que me rodean tienen vida propia. Las gafas se esconden, las llaves se aburren y se cobijan detrás de los DVDs, las gabardinas se cabrean porque no llueve y no las saco del armario. Por no hablar de los libros, que piden a gritos que los libere del confinamiento de las cajas en que los tengo metidos desde hace años.
Nunca pedimos fotos a los artistas que vienen. Entendemos que si eligen esta casa es por su tranquilidad, porque quieren pasar desapercibidos. No les hemos solicitado a los de M-Clan, que son asiduos. Ni a los de La Habitación roja. Pero con Kiko no nos pudimos contener. Gente sencilla el gaditano. Y muy amable.
Después subí arriba. Iba a prepararme para mi paseo de marcha nórdica. Me dejé caer en el sofá y ... Et voilà! Allí estaban las gafas.
Ya con mis bastones y con una tarde otoñal magnífica, me dirigí hacia la Travessa y de allí viré hacia la izquierda, a la casa verde.
Añadir título |
Tengo un amigo que vive y trabaja en el extranjero y me ha pedido que le localice una casita en la Marjal. Le gustaría comprarla y arreglarla. Está enamorado de esta zona. Pensé en esta por su frondosidad, porque está al lado de dos acequias. Porque me gusta. Me acerqué grabando un video y vi que la cadena estaba rota. La verja metálica la habían movido y estaba mal colocada. Al fondo, detrás de otra verja, un perro ladraba. Salió un chico gritando:¡ Esto es una propiedad privada!. Le dije que era María Dolores, de La Matandeta. Se acercó a mí. Estaba muy nervioso. Tenía un aspecto muy desaliñado y un aire a inocencia que no se la acababa.
Me contó que le habían entrado a robar esa misma mañana. Le habían roto el candado y la cadena y, a pesar de que tiene un perro que impresiona, un terrier American Staffordshier, el animalito, que responde al nombre de Saurón, es muy cariñoso y no hace nada. Jorge, que así se llama el muchacho, añadió que se le habían llevado las veinticinco gallinas que cría, un grupo electrógeno y un motor de barca. El gallo rojo, que me despierta todos los días al amanecer, como anda suelto a su aire, sigue por allí, sin apercibirse de lo ocurrido.
Jorge me cuenta que la casa no se vende. Él va todos los días a cuidar de las gallinas. Iba. La casita verde era de sus abuelos. El abuelo murió y la abuela dejó de ir. La heredó su tío, que también es su padrino. También murió y se la dejó a él.
El joven no debe tener más de treinta años. Arregla motos y coches a domicilio. Los domingos invita a sus amigos a paella en la casa heredada. Sabe que debería arreglarla, pero no tiene ni dinero ni tiempo. Le dije que si necesitaba cualquier cosa, ya sabía dónde encontrarme.
Seguí caminando con mis bastones y al final de la Travessa,giré hacia la derecha. Me sobrepasaron un padre y su hija de unos siete años, ambos en bicicleta. A la altura de la Casa del Eco, los encontré sentados en el murete que circunda la casa. El padre le demostraba que los sonidos revotaban y se producía el eco. Sonreí. Les expliqué que, cuando mi nieto era pequeño, siempre veníamos aquí a gritar. La llamábamos, la seguimos llamando la Casa del Eco.
Pero ahora mismo, Manuel ya no tiene ganas de jugar con el eco. Prefiere coger la bici con sus amigos y perderse por los campos. Como hoy, que compartió con ellos su primera paella, aunque fuera en el restaurante de su familia. Qué deprisa pasa el tiempo. Y aún así, a veces pienso que me gustaría cerrar los ojos y al abrirlos estar ya en 2022. Y que la pesadilla hubiera terminado.
Así se lo cuento a Emma, una joven inspectora médica con la que coincido algunos días, camino del trabajo. Ella no sabe quién es Emma Bovary y yo no sé cómo van las bajas laborales. Le hablo de Flaubert y de literatura francesa del siglo XIX y ella me enseña en su móvil las curvas de contagio. ¡Madre del Amor Hermoso! ¡Si estamos mucho peor que en marzo!. Asiente con la cabeza. Me cuenta que al principio del confinamiento, mucha gente quiso coger la baja laboral y al anunciarse los ertes, los mismos corrieron a por el alta. Me cuenta de la picaresca de este país, de algunas personas. Y así se nos hace más corto el trayecto.
Salve y ustedes lo pasen bien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario