La belleza del paisaje está en su amargura
Ahmet Rasim
Bahar en lengua persa significa Primavera. Así se llama la joven guía que nos acompaña esta mañana plomiza, gris, amenazante de lluvia, mientras atravesamos callejuelas en busca de una pequeña mezquita, escondida, entre paradas de aceitunas y dulces. La mezquita fue construida por un visir, es decir, un ministro del sultán. Es modesta. Bahar nos da las primeras indicaciones sobre el rezo musulmán. Cinco plegarias a lo largo del día, siempre mirando a la Meca.
En el muelle subimos a un paquebote de los que cruzan el estrecho del Bósforo, ese río terapéutico de vida, salud y felicidad, que une el mar de Mármara y el mar Negro. Y tendremos otra perspectiva de esta mítica ciudad. Bizancio, Constantinopla, Estambul, la ciudad de los tres nombres y las mil mezquitas. La única ciudad del mundo ubicada en dos continentes. Lugar estratégico, lleno de historia. La ciudad de la amargura según el escritor Orhan Pamuk.
Para el premio Nobel turco, el espíritu y la fuerza de Estambul le vienen del Bósforo, que en turco significa garganta. Y añade: El placer de pasear por el Bósforo, se debe a que uno siente que se halla en un mar en movimiento, poderoso y profundo dentro de una ciudad enorme, histórica y descuidada. El paseante, avanzando a toda velocidad por la corriente del Bósforo, nota que le sobrepasa la fuerza del mar en medio de la suciedad, el humo y el ruido de una sociedad superpoblada, e intuye que todavía le es posible estar solo y ser libre entre tanta gente, tanta historia y tantos edificios. No se puede comparar ese brazo de agua que recorre la ciudad por dentro con los canales de Amsterdam o Venecia ni con los ríos que parten en dos Roma o Paris: lo de aquí tiene corriente, viento y olas, y es profundo y oscuro.
Venir a Estambul con la obra de Orhan Pamuk bajo el brazo, es otra forma de saborear el paisaje. En Estambul. Ciudad y recuerdos, nos habla de la amargura colectiva que produce esta ciudad a los que la habitan. No se trata de melancolía, puesto que esta es individual, sino de que en Estambul la Historia y los restos de las victorias y las civilizaciones del pasado están demasiado próximos. Por muy descuidados, ignorados y enterrados entre montones de cemento que se encuentren, tanto los grandes monumentos de la ciudad y las gigantescas mezquitas conmemorativas como también los diminutos restos de acueductos, fuentes y los oratorios que hay en cada esquina recuerdan a los millones de personas que viven entre ellos que son lo que queda de un gran imperio.
Estambul actualmente cuenta con dieciocho millones de habitantes y, al contrario que en las ciudades occidentales que han formado parte de grandes imperios hundidos, en Estambul los monumentos históricos no son cosas que se protejan como si estuvieran en un museo. Simplemente, se vive entre ellas.
Es muy elocuente este párrafo: Cada vez que empiezo a hablar del Bósforo, de Estambul, de la belleza de sus calles oscuras o de su poesía, una voz interior me previene de que no debo exagerar la belleza de la ciudad en la que vivo para no ocultarme a mí mismo las carencias de la vida que llevo en ella, tal y como les ocurría a los escritores de generaciones anteriores a la mía. Si la ciudad nos parece hermosa y mágica, así debe ser nuestra vida.
La palabra hüzün, amargura, es de raíz árabe y aparece en el Corán con un significado parecido al que tiene en el turco actual. Pamuk declara que, el sentimiento más poderoso y permanente de Estambul y de sus habitantes durante todo el siglo XX fue el de amargura. Un sentimiento que aparece en la música y la poesía de esa época. Para comprender los orígenes de la profunda amargura que despertaba en mí el Estambul de mi infancia hay que acudir por un lado a la Historia, a los resultados del desplome del Imperio otomano, y por otro a la manera en que se ha reflejado en los hermosos paisajes de la ciudad y su gente. En Estambul, la amargura es una manera de ver la vida, una actitud mental y lo que supone el material que hace a la ciudad ser lo que es.
Bella entrada, Dolors. Bon any!
ResponderEliminarFeliç any Dolors!!!un beset
ResponderEliminarBon any ,M.Dolors.Gaudeix de Turquia i continua deleitant-nos amb les teues narraciones.Bon viatge.
ResponderEliminarQué chulo! Gracieeess! Un abra¢.
ResponderEliminarMaría Dolores Magnifico relato, Sigue así y disfruta de
ResponderEliminardisfruta del viaje , Un esazo