Los hombres muelen y muelen en el molino de un axioma y lo único que sale es lo que allí se puso. Pero en el momento mismo que abandonan la tradición por un pensamiento espontáneo, entonces la poesía, el ingenio, la esperanza, la virtud, la anécdota ilustrativa, todo se precipita en su ayuda.
Éticas literarias
Ralph Waldo Emerson
Hace tantos años que conocemos a Lorena Oltra y a J. F. que si un cronista tuviera que escribir la historia de La Matandeta serían dos de los testigos imprescindibles para hablar de las vicisitudes por las que esta casa y esta familia han tenido que navegar.
Desde bastante antes del confinamiento que no nos veíamos. Aunque siempre estamos en contacto. J.F.
fue aquel mando del ejército que el domingo, 21 de marzo, desde la sede de la ONU en Quart de Poblet, me aconsejó que no volviera a Vinaròs a recoger mis cosas. Él partía el lunes siguiente a Madrid. La capital se ha convertido en una morgue, me anunció.
Pero la foto es de finales de agosto. Lorena es sanitaria, antes del confinamiento estaba destinada a funciones de gestión en la consellería de Sanidad. Cuando se produjo la primera ola de contagios, Lorena pidió la readmisión en una plaza de hospital. Su marido anduvo fumigando y limpiando residencias de ancianos en Madrid, Salamanca, Cataluña .... Los tres hijos del matrimonio quedaron a cargo de la madre de mi amiga durante seis meses.
Sin embargo, esta sobremesa, ninguno de los dos quiere hablar de lo siniestro, de la tragedia de lo vivido. Hay tiempo para chistes. El brigada, nombrado a partir de este próximo jueves, tiene la misma virtud que mucha gente que trata de tu a tu con la muerte. Es una persona positiva, con ganas de vivir y con un gran sentido del humor.
Será durante otra sobremesa de septiembre, el día de la primera comunión de la pequeña Candela, cuando mi amigo, me cuente lo que vio y lo que vivió durante varios meses.
En primera línea de ayuda estuvieron los dos. Sin excusas y mirando primero por su vocación y su profesión. Después por sus circunstancias personales.
Ser profesoras y además, interinas, significa que te moverás por toda la Comunidad Valenciana. Que cambiarás de compañeros, de alumnado y hasta de provincia. Y que acumularás un bagaje profesional, pero sobre todo, humano. Este sábado pasado comí en La Matandeta con mis colegas de profesión Lourdes Tomás y Lledó Traver.
A Lourdes la conozco hace bastantes años. Cuando ninguna de las dos nos dedicábamos a la enseñanza. Lourdes trabajaba en Europa Travel y nos traía grupos de extranjeros a disfrutar de los talleres de paella. Pero pudo en ella más la vocación de enseñar. Lourdes y Lledó son profesoras de Inglés.
Lledó y yo coincidimos en el IES Oleana de Requena. Y ambas lo hicieron el curso pasado en el IES Camp de Morvedre del Puerto de Sagunto. Total, carambola.
Este sábado, después de la preceptiva paella, disfrutamos de una larga conversación sobre nuestro trabajo. Cómo fue el curso pasado, las dificultades que tuvimos que superar. Ninguna queremos volver a las clases virtuales. Ir a la escuela, al instituto es una forma de vida. No se socializa a través de Internet.
Lourdes este curso está en Paterna. Instituto con alto índice de absentismo, familias desestructuradas, niñas gitanas que son pedidas a los doce años y obligadas por sus familias a dejar los estudios. Ya no pueden relacionarse con payos. Hay que ejercer más de psicóloga que de teacher.
Lledó es de Betxi. Nunca había estado en el Parque Natural de la Albufera.
La sobremesa se alarga. Hay tantos casos que compartir. Que no se terminen las clases presenciales este curso. Por favor, que no lo hagan.
Salve y que ustedes tengan una feliz semana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario