Inna Moisseva es rusa y vive en Ufa, capital de la república de Baskortostán, no lo había oído en la vida. Se encuentra situada al oeste de los Urales y es una de las veintiún repúblicas de Rusia. Cuando llegamos el jueves, prácticamente a las doce de la noche, al apartamento del vicolo Guascone, nos esperaba Laura, nuestra casera. Nos anunció que compartíamos estancia con una mujer rusa. No la vimos hasta el viernes por la noche. Apareció cuando Manuel y yo acabábamos de cenar. Traía una botella de Pinot grigio y mientras la descorchaba me ofreció una copa. Se la rechacé con una sonrisa. Estaba muy cansada. La excursión a Montereale había resultado muy pesada por el calor. Enseguida me abordó preguntándome qué planes teníamos para el día siguiente. Ir a Mondello y añadió si podía acompañarnos. Claro que sí, a las nueve nos vemos en el desayuno. Inna viaja sola desde principios de mes y hasta el veintidós por toda Sicilia.
Inna es economista y trabaja para el Ministerio de Finanzas de Baskortostán. Una mujer muy bella y educada que chapurrea el inglés igual que yo, así que nos entendemos de maravilla.
Inna es economista y trabaja para el Ministerio de Finanzas de Baskortostán. Una mujer muy bella y educada que chapurrea el inglés igual que yo, así que nos entendemos de maravilla.
Laura, nuestra común casera, nos indica los autobuses para llegar a Mondello y después de desayunar los tres, nos vamos a vía Roma a por el 101 hasta el Politeama Garibaldi y transbordo al 806. Los autobuses van a reventar. Es sábado y el calor deja la ciudad desierta y las playas llenas.
Mondello es un barrio muy turístico de Palermo. Se encuentra encerrado entre el Monte Peregrino y el Monte Gallo, separado de la ciudad por el Parco della Favorita. La zona es famosa por su playa, que es una de las más codiciadas de Sicilia, por sus villas de Art Nouveau. En esta localidad, en 1975 nació el Premio Mondello, vamos como el Formentor en versión italiana.
La playa está de gom a gom, que diríamos nosotros. Familias palermitanas con muchos niños. Pasan los socorristas con sus perros, los vendedores de coco, de bebidas frescas, de toallas, de flotadores y yo me cruzo la bahía de Mondello dos veces. Pero qué rebruta soy. Y eso que hacía un año que no nadaba.
A las cuatro decidimos regresar. Llega el autobús completo y el revisor nos dice que él no vende billetes, que bajemos. Los billetes se venden en el estanco. Conseguimos otro autobús y asiento. Transbordo, calor y ganas de llegar al vicolo y tomar una ducha, de cenar temprano porque la comida ha consistido en un bocadillo.
Pasamos por el Lidel, le digo a Inna que la cena la preparo yo. Qué vas a hacer. Ensalada y pasta. Con qué. Ya veremos. Compramos espaguettis, rúcola, Inna se encarga del vino. Dice que en Baskortostán solo se bebe vino búlgaro muy malo, que los buenos resultan demasiado caros.
Mientras ellos se duchan yo empiezo con la cena. En la cocina de Laura hay muchas especias. Después de hervirlos, les pongo curry, harina de pistacho que compré para Rubén, esencia de tartufo bianco, un buen chorritón de aceite de oliva virgen extra siciliano y pomodoro. Y apañado Después cada uno se ralla pecorino. Y brindamos con pinot grigio rosado por habernos cruzado en el espacio siciliano, por habernos conocido. Estoy reventada, como la capitana, que diría mi madre. A la otra antes de querer nadarme el mar Tirreno, me lo pienso. Y aún tengo que llevar a Manuel al giardino delle stelle. Salve y ustedes lo pasen bien.
Pasamos por el Lidel, le digo a Inna que la cena la preparo yo. Qué vas a hacer. Ensalada y pasta. Con qué. Ya veremos. Compramos espaguettis, rúcola, Inna se encarga del vino. Dice que en Baskortostán solo se bebe vino búlgaro muy malo, que los buenos resultan demasiado caros.
Mientras ellos se duchan yo empiezo con la cena. En la cocina de Laura hay muchas especias. Después de hervirlos, les pongo curry, harina de pistacho que compré para Rubén, esencia de tartufo bianco, un buen chorritón de aceite de oliva virgen extra siciliano y pomodoro. Y apañado Después cada uno se ralla pecorino. Y brindamos con pinot grigio rosado por habernos cruzado en el espacio siciliano, por habernos conocido. Estoy reventada, como la capitana, que diría mi madre. A la otra antes de querer nadarme el mar Tirreno, me lo pienso. Y aún tengo que llevar a Manuel al giardino delle stelle. Salve y ustedes lo pasen bien.
Me encantaría comer tus espaguetis 😉
ResponderEliminar