When there's a will, there's a way Irish proverb Alguien me ha dejado este proverbio irlandés entre los comentarios a las entradas. Como es anónimo, no se lo puedo agradecer. Significa que cuando hay voluntad por hacer algo, siempre se encuentra un camino. Por ejemplo, la señorita Ángela María Galán, gaditana de San Lúcar de Barrameda, no tiene ningún interés en que tengamos una buena convivencia. Por la mañana, a pesar de que eran las once, no consintió que Monique pudiera estudiar, porque le molestaba la luz del exterior. Después de pasar todo el día encerrada en la habitación, a las diez de la noche se puso a secarse el pelo y hacerse la manicura. Corramos un tupido velo y no dejemos que esto nos afecte.
Hablo con Manuel el viernes para vernos este fin de semana. Me dice que el sábado se va a ver cosas gratis por Dublin con sus compañeros. Menos mal que el viaje ha sido un regalo de su abuela, que soy yo. ¿Dónde estará aquel niño que iba cogido de mi mano a todas partes, que me achuchaba y me daba besos? ¿Este c... de dónde habrá salido? Dicen los psicólogos que la adolescencia es un regalo de los Dioses a los padres (y a los abuelos) para que no les sepa mal separarse de sus hijos.
Así pues, cojo el autobús para ir a Dublin. Quiero visitar el Museo de la Hambruna irlandesa, que se encuentra frente al río Liffey, en Eden Quai, cerca del puente de Calatrava, en un antiguo almacén de té y tabaco.
La hambruna irlandesa de 1845 fue un período que marcó la historia de Irlanda, que entonces formaba parte del Reino de Gran Bretaña e Irlanda. Entre 1845 y 1849 se produjo una etapa de inanición y hambre, enfermedades y muerte. Y también una gran emigración a Nueva Zelanda, Canadá, Argentina y Estados Unidos. Se la conoce fuera de Irlanda como la hambruna de la patata. La alimentación de dos quintas partes de la población irlandesa dependía de esta cosecha.
Durante la hambruna, alrededor de un millón de personas murieron y un millón más emigró, con lo que la población cayó entre un veinte y un veinticinco por cien.
La enfermedad de la patata, producida por una plaga de tizón tardío, también conocida como rancha o mildíu de la patata, arrasó en toda Europa, pero en esta isla cambió para siempre el panorama demográfico, político y cultural. Un tercio de la población irlandesa dependía de la patata. Esta hambruna ha quedado en la memoria popular irlandesa y se convirtió en un punto de encuentro para los movimientos nacionalistas irlandeses. Aquellos lodos, trajeron estos polvos.
Las relaciones con la corona británica, ya de por sí tensas, se estropearon mucho más. aumentando las tensiones y el nacionalismo, así como la conciencia republicana de muchos irlandeses.
La clave para comprender el desastre irlandés, se encuentra en la propiedad británica de la tierra agrícola irlandesa, que desde la ocupación de Oliver Cromwell pertenecía a los aristócratas británicos que habían convertido a los campesinos irlandeses en sus aparceros. Estos cultivaban el trigo que era exportado a Gran Bretaña, mientras ellos solo se alimentaban de los productos de la huerta familiar, es decir, de las patatas, cultivo resistente donde los haya, gracias a que se pueden obtener entre dos y cuatro cosechas al año, en condiciones favorables.
Durante los siglos XVII y XVIII a los católicos irlandeses se les prohibió comprar, heredar o arrendar tierras, votar, ocupar cargos políticos y vivir en las ciudades y los pueblos. También se les negó el derecho a la educación y a obtener un oficio, a pesar de que los católicos componían el ochenta por ciento de la población irlandesa.
Los inquilinos de las tierras podían ser desalojados por la falta de pago de las rentas o la decisión de un propietario de criar ovejas en lugar de cultivar cereales. Un censo de 1841 registró una población de 8,175,124 habitantes y un censo inmediatamente después de la hambruna en 1851 fue de 6,552,385, es decir, una caída de más de un millón y medio de habitantes.
Mientras las patatas se morían, los trigales estaban resplandecientes, pero los irlandeses no podían acceder a este alimento, pues pertenecía a los terratenientes ingleses. Miles de personas inundaron los pueblos y ciudades buscando ayuda y estallaron epidemias como el tífus, el cólera y la disentería.
Karl Marx, contemporáneo de la situuación, dió testimonio de ella, asi como de la crueldad con que los terratenientes ingleses seguían exigiendo a sus aparceros el pago de las rentas.
Ha dejado de llover por un rato y ha salido el sol. En un día dublinés puedes encontrarte con las cuatro estaciones. Salgo del museo realmente impresionada. La historia es una secuencia de situaciones encadenadas. Unas cosas traen otras. Otro día seguiremos con la historia de la República de Irlanda. Me voy caminando hacia O'Connell Avenue y me meto en la librería Eason, abierta desde 1919. Me encuentro con una pachanga. Tocan realmente bien. También con una violinista y con gente bien vestida que pide limosna. Vuelve a llover cuando cojo en 500X y regreso a Swords.
Salve y ustedes tengan un feliz domingo de elecciones generales españolas.
Buenos días. Crónica muy didáctica e interesante. ¡Muchas gracias!!! 💐
ResponderEliminarMuchas gracias por tu relato de hoy también. Deseando una evolución positiva en la política de nuestro país tras el proceso electoral de hoy, te leo con esperanza de futuro para todos.
ResponderEliminarSalve, M. Dolores. Disfruto cuando te leo.
ResponderEliminarVaya, una restauradora, visitando el museo del "Hambre"...
ResponderEliminarSi que es triste, que exista un Museo del Hambre....
ResponderEliminarPobres Irlandeses , siempre sometidos....y muriendo de hambre, mientras otros se eenriquecian...la mezquindadad humana, no tene nombre
Me encanta leer tus experiencias , un abrazo a ti a Manuel .🫠🪷🌹
ResponderEliminarGran lección de historia, me encanta. Disfruta mucho preciosa.
ResponderEliminarAprovecha un fin de semana y vete a Belfast. Te aseguro que volverás impresionada.
ResponderEliminarGracias
ResponderEliminar