Vuelvo a Vinaròs a participar en la xarxa llibres. El Instituto está vacío. Apenas unos cuantos profesores para recoger los libros de todos los que han aprobado. A mi me tocan los de 3A, con mis compañeras Sonia Sorlí i Dolors Gimeno. Los estudiantes entran poco a poco. No hay contacto físico, ni besos ni abrazos de despedida. Tras las mascarillas la boca sonríe en un amago de despedida, pero son los ojos quienes dan el último ánimo. Hasta pronto. Feliz verano.
Terminamos en una hora y me voy con Manuel a la platja del Clot. A ver si me despido de Miguelito. No he podido hacerlo de Remei, mi primera casera, que está en Tarragona con su hija, ni de la madre de Saule, que está fuera hasta el miércoles, ni de Anabel, que no puede venir hoy desde Benicarló, pero nos veremos otro día.
Si que me despido de mi alumno Joan Miralles, en El Mozart. Pero qué guapo se ha puesto este chico durante estos tres meses que no lo veía. Habrá madurado como todos. Y también me despido de mi compañera y jefa de Departamento María Teresa Ulldemolins, con un comida en El Bergantín. Aunque nos prometemos vernos muy pronto en La Matandeta.
Me voy con un sabor agridulce de Vinaròs. Tengo la sensación de que me he dejado muchas cosas por hacer, muchos días por vivir. Muchas historias por contar.
El viernes, cogemos el tren a las 13,30 y a las 14 estamos en Alcalà de Xivert. Nos espera Joan Roig. Se supone que solo vamos a comer con él, pero nos quedamos hasta el lunes en su casa.
Joan nos lleva al Can Roig. Dani, su sobrino, abrió el Can un doce de marzo y lo cerró el viernes 13. Amanda se acuerda del día que le dije en La Matandeta ¿tú te irías a trabajar a Alcossebre este verano? Y eso por dónde para, contestó. Dani y Amanda se enamoraron aquel verano y desde entonces son pareja. Ahora están al frente del Can Roig. Y Joan suspira por volver a recuperar su vida en La Habana. Pasó aquí todo el confinamiento y hasta esta semana no han abierto La Habana.
En la entrada de la casa de Joan, me espera mi paraguas olvidado un catorce de octubre en su coche. Es un paraguas muy bonito que no llegué a estrenar. Íbamos a la fiesta sorpresa de Helena en la Sala Russafa y a la vuelta, lo olvidé en su coche. El paraguas lleva desde octubre esperándome. No lo llegué a abrir aquella noche de fiesta para Helena, de alegría para todos y de ... Si pudiéramos acertar los lunes la quiniela del domingo... Qué fácil sería la vida.
Nos vamos con Joan de calas, a la playa de Las Fuentes, tan curiosa, alimentada con fuentes, en las que el agua caliente está por debajo y la fría, dulce, con menos densidad flota sobre la segunda.
La conversación con Joan transcurre entre fotos y comentarios de la actual Habana, del mundo en el que se mueve, de su fascinación, de la que dí fe en 2009, por esa ciudad que resurge de sus cenizas. El Serra d'Irta está a cargo de Modesto Fabregat, que tuvo L'arbequina en Castellón. Nos observamos mutuamente hasta que yo me acuerdo de los cursos de cocina que hice con él en el CDT de Valencia (Centro de Desarrollo Turístico) en una de mis otras vidas, la de cocinera de La Matandeta. Cuánto ha llovido desde entonces, me comenta. Más bien ha diluviado le sugiero yo.
Es domingo . He recuperado la costumbre de comprar los periódicos a primera hora de la mañana. E invito a Manuel a desayunar en My Gelatto. El camarero que nos atiende es de Costa Rica. Joël conoció a su mujer alli porque esta fue a hacer las prácticas. Es bióloga marina y la hija de los dueños de la mejor heladería de Alcossebre. Ahora viven seis meses aqui y seis en Costa Rica. Entonces, siempre vivís en verano, le comenta Manuel. Así es. La de cosas que se hacen por amor...
El lunes por la mañana cogemos el tren en Torreblanca. No sin antes decirle a Joan que iré a La Habana. No sé cuándo, pero le prometo que estaré allí una temporada para conocer su nueva vida y escribir del mundo que lo rodea.
Salgo de la Calle Aralar con la maleta, el bolso y el paraguas olvidado una noche de octubre.
Si los objetos hablaran como en las novelas de Manuel Mújica Laínez ...
Lo bien cierto, es que el paraguas no seguirá en mi vida, a pesar de haberlo recuperado.
Esta vez lo olvidé en el tren en el que llegamos a Valencia.
Cuando yo digo que tengo el récord mundial de paraguas olvidados sin estrenar, por algo será.
Salve y ustedes lo pasen bien.
Si que me despido de mi alumno Joan Miralles, en El Mozart. Pero qué guapo se ha puesto este chico durante estos tres meses que no lo veía. Habrá madurado como todos. Y también me despido de mi compañera y jefa de Departamento María Teresa Ulldemolins, con un comida en El Bergantín. Aunque nos prometemos vernos muy pronto en La Matandeta.
Me voy con un sabor agridulce de Vinaròs. Tengo la sensación de que me he dejado muchas cosas por hacer, muchos días por vivir. Muchas historias por contar.
El viernes, cogemos el tren a las 13,30 y a las 14 estamos en Alcalà de Xivert. Nos espera Joan Roig. Se supone que solo vamos a comer con él, pero nos quedamos hasta el lunes en su casa.
Joan nos lleva al Can Roig. Dani, su sobrino, abrió el Can un doce de marzo y lo cerró el viernes 13. Amanda se acuerda del día que le dije en La Matandeta ¿tú te irías a trabajar a Alcossebre este verano? Y eso por dónde para, contestó. Dani y Amanda se enamoraron aquel verano y desde entonces son pareja. Ahora están al frente del Can Roig. Y Joan suspira por volver a recuperar su vida en La Habana. Pasó aquí todo el confinamiento y hasta esta semana no han abierto La Habana.
En la entrada de la casa de Joan, me espera mi paraguas olvidado un catorce de octubre en su coche. Es un paraguas muy bonito que no llegué a estrenar. Íbamos a la fiesta sorpresa de Helena en la Sala Russafa y a la vuelta, lo olvidé en su coche. El paraguas lleva desde octubre esperándome. No lo llegué a abrir aquella noche de fiesta para Helena, de alegría para todos y de ... Si pudiéramos acertar los lunes la quiniela del domingo... Qué fácil sería la vida.
Nos vamos con Joan de calas, a la playa de Las Fuentes, tan curiosa, alimentada con fuentes, en las que el agua caliente está por debajo y la fría, dulce, con menos densidad flota sobre la segunda.
La conversación con Joan transcurre entre fotos y comentarios de la actual Habana, del mundo en el que se mueve, de su fascinación, de la que dí fe en 2009, por esa ciudad que resurge de sus cenizas. El Serra d'Irta está a cargo de Modesto Fabregat, que tuvo L'arbequina en Castellón. Nos observamos mutuamente hasta que yo me acuerdo de los cursos de cocina que hice con él en el CDT de Valencia (Centro de Desarrollo Turístico) en una de mis otras vidas, la de cocinera de La Matandeta. Cuánto ha llovido desde entonces, me comenta. Más bien ha diluviado le sugiero yo.
Es domingo . He recuperado la costumbre de comprar los periódicos a primera hora de la mañana. E invito a Manuel a desayunar en My Gelatto. El camarero que nos atiende es de Costa Rica. Joël conoció a su mujer alli porque esta fue a hacer las prácticas. Es bióloga marina y la hija de los dueños de la mejor heladería de Alcossebre. Ahora viven seis meses aqui y seis en Costa Rica. Entonces, siempre vivís en verano, le comenta Manuel. Así es. La de cosas que se hacen por amor...
El lunes por la mañana cogemos el tren en Torreblanca. No sin antes decirle a Joan que iré a La Habana. No sé cuándo, pero le prometo que estaré allí una temporada para conocer su nueva vida y escribir del mundo que lo rodea.
Salgo de la Calle Aralar con la maleta, el bolso y el paraguas olvidado una noche de octubre.
Si los objetos hablaran como en las novelas de Manuel Mújica Laínez ...
Lo bien cierto, es que el paraguas no seguirá en mi vida, a pesar de haberlo recuperado.
Esta vez lo olvidé en el tren en el que llegamos a Valencia.
Cuando yo digo que tengo el récord mundial de paraguas olvidados sin estrenar, por algo será.
Salve y ustedes lo pasen bien.
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