viernes, 21 de junio de 2024

EN NÎMES, FINAL DE PARTIDA

 

Estoy contenta. No me duele nada, volvería a casa andando. Es un decir.Toda la noche en autobús, desde Estrasburgo a Nîmes, pensaba que mi cuerpo no lo resistiría. Muy lejos quedan los tiempos de la mochila a la espalda y el billete de Interail. Por dónde andarán las noches de tren para ahorrarnos el albergue o el camping. La plaza de la estación de Santa Lucía de Venecia, qué cama más dura. Los trayectos en autostop. Las ansias de viajar, como fuese y a donde fuera. 

Me faltaba esta experiencia.Había viajado como alumna. Nunca de profesora. Hoy, camino a casa, podría hablarles de la ciudad de Nîmes, de su Arena, la mejor conservada del mundo, de la Maison Carrée, del templo de Diana y el Pont du Gard. Incluso se me ha cruzado en la cabeza una historia que tiene que ver con la tía de mi amiga del colegio, Silvia Ruiz, y la ciudad de Nîmes. Pero mejor lo dejo para otro día.


Este viaje ha sido otro de esos regalos inesperados que me hace la vida. Los chavales se han portado de lujo. No ha habido ningún problema. Mis colegas: Silvia, Veronique, Marta y Sofía, hemos compartido responsabilidades y disfrute al mismo tiempo.

Gracias a STUPENDOS por la organización y por conseguir que nos sintiéramos muy a gusto. Al chófer, José Alberto y, cómo no, a los guías Javier y Fadel por facilitar la estancia y el viaje de estos cuatro institutos cuyos alumnos no se conocían y han acabado amigos.

Y gracias a Cristina Soler, subdirectora del IES d'Albal por confiar en mí. Como decía Paco Rabal en aquella película de Saura:

Qué bien se está, cuando se está bien.

Gracias y hasta la próxima.






EN EL PUEBLO DE LA BELLA Y LA BESTIA

 

Alsacia, aunque forme parte de Francia, tiene un marcado carácter alemán, fruto de los tres siglos en que se la disputaron ambos países como si de una pelota de tenis se tratara. Ahora es tuya, ahora es mía. Los nombres de los pueblos, la arquitectura, la cocina, los vinos, las cervezas, la lengua alsaciana, todo recuerda al Imperio Germánico.

Bretzel son los panes salados en forma de corazón tejido.  Sundgau es la carpa frita servida con patatas. Schiffele o paletilla de cerdo ahumada. Baeckeoffe que es un estofado de carne y verduras.

Y para los amantes de los vinos blancos y dulces los elaborados a partir de las variedades Gewurztraminer y Riesling.

Las vides emparradas se suceden a lo largo de la carretera que nos conduce a Riquewihr, uno de los pueblos más bellos de Francia.


El pueblo, con toda la fisionomía de un pueblo de cuento de hadas, sirvió a los ilustradores de Disney para diseñar el pueblo de Bella. Un pueblo de 1.200 habitantes con talleres de artesanos, tiendas de vinos y de decoración navideña que invitan a celebrar durante todo el año. Las fuentes medievales se suceden en todas las calles, tejados inclinados y fachadas entramadas de madera y pintadas de muchos colores.










Estrasburgo es la capital oficiosa de la Unión Europea. El carácter alemán se le nota por todas partes. A mí me enseñó esta ciudad en septiembre del 93, Carina Moya. De padres españoles, nació aquí y estudió hostelería. La conocimos con dieciocho años recién cumplidos y, después de unos años en La Matandeta, volvió a su ciudad para trabajar en el Hotel Hilton. Tengo imágenes de aquel viaje y cómo no, la cena en  La maison du Boeuf, el restaurante gastronómico del Hilton, porque a Carina le había tocado en un sorteo entre el personal del hotel. La primera vez que entré en una tienda FNAC fue en esta ciudad. A España todavía no había llegado  la franquicia. Y la catedral.




Hay una parte de Estrasburgo muy europea y otra que recuerda su carácter medieval.
Es sede del Consejo de Europa, organización que no pertenece a la Unión Europea, del Parlamento europeo, de 75 representaciones diplomáticas, del Tribunal de Derechos Humanos y de la Comisión Central para la Navegación del Rin, la organización internacional activa más antigua del mundo.

En la parte medieval, la  Petite France y la catedral. No me canso de mirar hacia arriba y de recordar la novela de Ken Follet, "Los pilares de la tierra". 
Lo dicho, a mi esta ciudad y esta región me parecen muy alemanas. Y esta noche, en autobús hacia el sur.
Salve y ustedes lo disfruten.















jueves, 20 de junio de 2024

EN EUROPAPARK

 Cuando les comenté a mis alumnos que no podíamos ir de viaje a la Bretaña por falta de participantes y que la opción que nos daba Salva de STUPENDOS era visitar la Selva Negra, la única objeción que pusieron era si estaba incluida la visita a un parque de atracciones. El resto les daba igual, puesto que todavía no conocen mundo.

Hay turismo gastronómico, de playa, de estadios. Hasta hay turismo de cementerios. Si alguna vez me pierdo, es más fácil que me encuentren en el Père Lachaise  de Paris que en Eurodisney.


Europark es uno de los parques temáticos más antiguos del continente. Abrió en el Verano del 75 con 15 atracciones. En la actualidad cuenta con 80 atracciones, 6 hoteles y un camping. Ocupa en la actualidad 95 hectáreas. Es uno de los más grandes del mundo.


Europa Park ha recibido durante ocho años seguidos el premio Golden Ticket Award al mejor parque del mundo, una especie de Oscars. Está gestionado por una familia alemana.



La familia Mack impulsó este parque y sigue al mando de la gestión. Tenían una empresa de construcción de montañas rusas y después de un viaje a EE.UU decidieron crear algo parecido a Disneyworld. La mascota del parque es un ratón llamado Ed Euromaus.



Europapark está situado entre Alemania, Francia y Suiza, es decir, en un lugar estratégico. Está dividido en un total de 18 áreas temáticas, 15 de las cuales representan a un país europeo diferente. La última en incorporarse Croacia y allí descubrimos a través de un espectáculo sobre hielo y una peli en cuatro dimensiones, la vida y milagros de Nicholas Tesla.


Los chavales lo han pasado en grande y sin incidentes. Yo también me he divertido.

No obstante, si me pierdo, mejor me buscan en un cementerio famoso...

Nos vamos para Alsacia. Salve y ustedes lo pasen bien.




miércoles, 19 de junio de 2024

LA SELVA NEGRA AFRANCESADA



Si los bosques son cuentos, el de hayedos es de hadas

                               Jon Goñi



No existe. Digo que la selva negra francesa no existe. La selva negra es alemana o no es. Los de la agencia STUPENDOS, debieron de pensar que así encajaba más el viaje para estudiantes de Francés. No hacía falta. Lo estamos pasando muy bien. Y nuestros estudiantes, salvo algún retraso, no dan problemas.

La selva negra le debe su nombre a los romanos, cuyas fronteras llegaban hasta aquí. Pero a decir verdad, ni es selva, ni los árboles son abetos.




 En alemán, selva negra es Schwarzwald. El nombre evoca la oscuridad, lo desconocido, lo que es común a los cuentos de duendes y de hadas. Lo francés son los Vosgos de la Alsacia y el Jura suizo, con el Rin de frontera en ambos casos. La selva negra, en su parte sur, es la tierra de las fachadas con entramado de madera, el reloj de cuco, el sombrero de cinco borlas y la cerveza artesanal. 
La mitad de esta región la ocupan los parques naturales, declarados reserva de la Biosfera por la UNESCO. No es la primera vez que estoy aquí, pero me están entrando ganas de recorrerla a pie.





Triberg es el idílico pueblo de los relojes de cuco, pero también da nombre a la cascada que el río Gutarch forma al despeñarse sobre lajas de granito y da lugar al salto de mayor altitud de Alemania, 150 metros. 




El lago Titisee es la joya lacustre de la selva negra, en donde en Verano te puedes bañar y dar paseos en lancha y durante el invierno patinar porque se congela.




Son las seis de la tarde cuando llegamos a Friburgo de Brisgovia, una de las ciudades pioneras en conciencia medioambiental de Europa y desde la que se inician rutas de senderismo para recorrer la selva negra. Me lo estoy pensando.


Friburgo tuvo que ser reconstruida después de la Segunda Guerra Mundial. Solo la catedral se mantuvo en pie. Es una ciudad de casi 230.000 habitantes donde los miles de universitarios le dan vida. Pasear por el barrio Vauvan, recorrer sus calles empedradas y peatonales... Pura delicia.














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lunes, 17 de junio de 2024

UNA CIUDAD MUY PARISINA

Grenoble es la capital de los Alpes Franceses. Una tranquila ciudad que recuerda al Paris del barón Haussmann, con edificios de seis plantas, coronados por tejados de zinc, desde los que asoman las ventanas de las antiguas chambres de bonnes. Es la ciudad donde nació Stendhal, el último escritor romántico cuyo síndrome ataca a mi amigo Justo Coll y a todos los que nos embebemos de arte en nuestros viajes.


El río Isère cruza la ciudad donde tuvo lugar el 7 de junio de 1788 la jornada conocida como el día de las Tejas y que los historiadores consideran el inicio de la Revolución Francesa.




Aquel día, el Parlamento del Delfinado fue disuelto y el pueblo formado por comerciantes y artesanos se subió a los tejados de esta bonita plaza para lanzar a los soldados del rey, las tejas que arrancaban. 
Noa, Celia, Vera y Sofía están contentas porque les ha tocado habitación cuádruple. Cenamos hamburguesas con patatas en una de las terrazas y nos vamos a dormir. Estamos como cansados, pero sin el como. Mañana hay que madrugar.


Annecy es una ciudad bien bonita conocida como la Venecia francesa por sus canales. En la entrada de la avenida de Genève se encuentra el monumento a los españoles que lucharon por la libertad. Fue un grupo de republicanos que llegaron a la ciudad y ayudaron a formar el maquis en la alta montaña. Este era el paso natural de entrada de los alemanes desde Italia. Fueron muy queridos en la ciudad que, en agradecimiento, les rindió este homenaje. 
Me lo cuenta por el watshap mi amiga Amparo Pérez creadora, junto a su marido, del mítico restaurante L'Armeler de Sagunto. Antes, los dos emigraron a esta ciudad donde nacieron sus hijos. En el parque que aparece a sus espaldas, Cristina, su hija, jugaba a la salida del colegio.
Recorro las calles del barrio en el que vivieron y compruebo, a través de las palabras que ellas me siguen enviando, que siguen con el corazón repartido.




Mis estudiantes no quieren fotos, así que disparo a hurtadillas. Dónde están los lavabos, me pregunta Sofía. No lo sé, acabo de llegar, como tú, le respondo, pero si te diriges a cualquier persona y le dices "excusez-moi, où sont les toilettes?" seguro que te ayuda. Sofía traga saliva.


Después de comer, cruzamos la frontera suiza. 
Estuve en Ginebra, por primera vez, con dieciocho años. Gané un premio literario organizado por la Oficina de Turismo Suizo en España. El premio consistió en una semana en el país alpino. Cuántos recuerdos me vienen a la cabeza. 


La primera vez que me hospedé en un hotel cinco estrellas, que cené en un bateau mouche, que probé la fondue saboyarde y el sorbete de frambuesas. La primera vez que vi bicicletas en la calle sin candado y periódicos que no se vendían, sino que se depositaban en receptáculos con una ranura donde dejabas las monedas. La primera vez que vi lavabos en los que salía el agua por célula fotoeléctrica.





Las chicas se quejan de que los lavabos públicos cuestan dinero. Y los de la estación del Norte de Valencia, también. Pero no un euro! Mujer, aquí un café vale diez.
Y esta noche dormimos en el Friburgo alemán. Podremos usar otra vez los móviles.
Salve y ustedes lo disfruten bien.