Bendita sea la gente que hace de nuestro otoño, primavera J. Sabina
El día amaneció como delantal de carnicera: Limpio y claro. Más que noviembre, parecía una mañana de primavera, ideal para disfrutar al aire libre y hasta para casarse.
Sábado, cinco de noviembre se celebra en La Matandeta la boda de Fer Boix, productor musical y amigo de esta casa y de su prometida Carla Sánchez Quintero directora de marketing y de varias marcas de ropa.
Son jóvenes y están muy enamorados. Toda una vida por estrenar. Cuanto más jóvenes son los novios, más bonita es la boda. Eso no significa que los ya mayorcitos no tengamos derecho a casarnos, pero es otra cosa... A veces, más que una boda, parece la firma de un convenio.
Pero volvamos a lo nuestro. Hay mucho que hacer esta mañana en La Matandeta. Helena solo ha dormido dos horas. Los nervios le pueden. Rubén anda con gripe y aguanta como un campeón. Yo, como he alcanzado la categoría de Reina madre me dedico a observar el trajín mientras planto los bulbos neerlandeses con Love que se escribe así y se pronuncia Lau. Vamos, que mi ayudante indio se llama Amor.
Años y años de ansiedad están superados. Los nervios ya son para otros. Más jóvenes y con más ímpetu.
Sobre las once, aparecen los decoradores, José y Ada, que han realizado una puesta en escena magnífica. José es idéntico a nuestro amigo Rafa Calabuig, tiene hasta el mismo timbre de voz, aunque está un poco más delgado. Vienen a dar los toques finales al escenario.
En una boda de novios jóvenes tengo comprobado que nadie llora. No hay espacio para la nostalgia y los remordimientos y muchas ganas de fiesta. Las invitadas son hermosas, elegantes y fuman habanos. Bueno, hacen como yo en Viñales. Más bien simulan.
Rubén y Helena forman un buen equipo. Es muy difícil y complicado trabajar con tu pareja, sin embargo ellos lo han conseguido y disfrutan de compartir. Rubén es un crack en la cocina, alguien con vocación para su trabajo. A su madre le debieron de decir cuando nació: Señora, ha tenido usted un cocinero. Es muy tímido y le cuesta expresarse con las palabras. Ya lo hace con sus platos. Todo lo contrario que Helena, extrovertida, sin pizca de timidez, cuando se enfila a soltar alguna parrafada hay que recordarle lo que siempre le decía mi padre: ¡Helena respira que te ahogas! Así que se complementan. A mi, antes y ahora, siempre me tocó bailar con la más fea. Hacer de policía malo es un papel que interpreto a la perfección.
Además de reina madre, a mí me corresponde la parcela de la gestión con los bancos, el ayuntamiento, los abogados, los trámites y plantarles cara a los sinvergüenzas de la instalación fotovoltaica. No es moco de pavo. A cambio, ya no estoy en la primera línea de combate y eso me permite de vez en cuando desaparecer y dedicarme a una de mis tres pasiones ¿adivinan a qué me refiero?
Como el novio se mueve en el mundo de la música, habrá un mini-concierto. Pero primero, un aperitivo largo en la pinada que ahora se llama el bosque encantando. El conductor del programa Los cuarenta principales, Oscar Martínez, se encuentra entre los invitados, también Vicente, el cantante del grupo Bombay, Jonhatan del grupo Meler, el cantante Miki Núñez, entre otros.
Por parte de la novia hay modelos, chicas guapas, estilizadas, con vestidos de colores. Un público que baila, ríe y canta. ¡Que se besen los novios!
La hostelería no es solamente un trabajo, sino una forma de vida, a la que sueles arrastrar a tu descendencia. Cambian tus costumbres, tu ocio y hasta tus amigos porque, como ya es sabido, cuanta más fiesta, más trabajo. Si tienes la suerte de tener una abuela como yo, te llevará a todas partes y podrás salir de ese entorno mientras trabajan tus padres. Pero si no es así, si los abuelos no colaboran, te ocurrirá como a Helena, te lo tendrás que tomar como un juego porque ese es el medio en el que crecerás.
El momento culminante en un banquete de boda es la tarta. Suena una canción de Ed Sheeran, Perfect que han elegido los novios y que me encanta. Una boda es un rito y los ritos son necesarios.
Hace muchos años íbamos a celebrar el banquete de una pareja encantadora. Quince días antes de la celebración vinieron a decirnos que los padres se habían metido por medio y preferían un local mucho más clásico. Justo un año después, entró un camarero en la cocina para decirme: María Dolores ha venido un hombre vestido de novio que pregunta por tí. Salí y me encontré al que se debía de haber casado en La Matandeta hacía un año. Venía vestido de frac y con la abogada que le llevaba el divorcio. Comieron y me contaron la historia. Ni un año duró la pareja de recién casados.
Muchas veces no son los novios los que deciden, sino que padres, padrinos, familiares, meten baza, seguro que con la mejor de las intenciones, pero entonces el rito de casarse se convierte en algo ajeno a ti. Parece ser que lo que mal empieza, mal acaba.
No ha sido el caso de Fer y Carla. Su fiesta iba a ser en una masía, un familiar ya había dado la señal. Sin embargo, tenían cada vez más la sensación de que aquello se estaba convirtiendo en todo, menos en su boda. Una noche se cogieron de la mano y se dijeron que con los ojos cerrados dirían dónde les gustaría celebrar la boda. ¡¡¡Hache!!! Soltaron al unísono, el nombre de guerra de mi hija, la única letra que no se pronuncia.
En fin, una boda muy bonita en la que hubo resopón. La gente disfrutó y nosotros mucho más viéndoles felices.
¡Qué bonito es el amor, sobre todo en primavera! Depende, ¿de qué depende? De según como se mire, todo depende.
Y hoy, a otra cosa.
Salve y ustedes lo pasen bien.
Que vivan los enamorados!
ResponderEliminarEso, Kenza
ResponderEliminarEn la quantitat de reines i reines que hi han i tu la fiques en maiuscula? Es per algun motiu inconfessable
ResponderEliminarSi el teu comentari no fora anònim, t’ho explicaria
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