El carnaval precede a la Cuaresma, el frío al calor en Vinaròs. Para algunos, el origen del carnaval se encuentra en la representaciones teatrales al dios Baco, en la antigua Grecia, las bacanales, seguidas de orgías y desenfreno. Pero yo prefiero la teoría de Mijail Batjín, ruso estructuralista que se internó en la cultura popular de la Edad Media y el Renacimiento. Según él, el carnaval no era una forma artística de espectáculo teatral, sino una forma concreta de vida que se desarrollaba durante el tiempo de carnaval. Todo estaba permitido. El rico se disfrazaba de pobre y el pobre podía ejercer de rico.
Los conflictos de diferencia de clases perdían poder. Los cánones impuestos por la sociedad, saltaban por los aires y la Iglesia y el poder se ridiculizaban sin miedo a represalias.
Durante el carnaval se echaba mano del escándalo, de la extravagancia y de la sátira. Lo respetable era cuestionado, las normas que regían el mundo medieval y renacentista eran aparcadas durante esos días. Un mundo creado en contraposición al discurso oficial. Para Mijaíl Batjín, el carnaval desacraliza la verdad oficial a través de la construcción de este mundo al revés y lo consigue mediante la subversión de los valores imperantes en un determinado momento histórico.
Según Batjín, el espacio del carnaval durante la Edad Media y el Renacimiento constituía un ambiente en el que las expresiones orales gozaban de absoluta libertad. Y esa sensación de absoluta libertad sea quizá la que no le gustó al franquismo, que lo prohibió en zonas como estas de Castellón. Del carnaval de mi infancia, solo recuerdo el de Tenerife a través de la televisión en blanco y negro.
La plaza pública, ese espacio abierto en el que convivían los participantes y en donde todo estaba permitido, fue abolido por la dictadura. No hubo manera de equilibrarse las relaciones jerárquicas entre los individuos en la plaza pública, tal como nos había llegado desde el Medioevo. Franco no toleró esa forma de comportamiento.
En la noche del pijama de Vinaròs, vuelve a reinar el espíritu del Medioevo. Las clases y las edades se mezclan con el humor y la risa. Carnavales en Vinaròs, fiestas de interés turístico autonómico. Una forma de vida diferente, durante unos días, al lado del Mediterráneo. Lástima que me tenga que ir esta vez. Tengo un compromiso ineludible. Este sábado, en La Matandeta, se casa Micalet.
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