Un sábado antes de partir decidí volver a Marsella. Me gusta esta ciudad a la que yo vislumbro más allá de su suciedad y sus fuertes olores. Me gustan las mezclas y Marsella está llena de ellas. El sábado es día de mercado en la Plaine y entonces la plaza se convierte en una especie de sucursal de la ciudad de Orán. Se oye hablar árabe por todas partes, los clientes y los vendedores se saludan con el canto del salam malecum, malecum salam. Este mercado es mucho más barato que los de Aix y además a mí me encanta marchander como me enseñó mi madre y como se hace en todos los zocos árabes.
En el Vieux Port se celebra el día de España en Marsella. Hay casetas y música española flamenca y melódica y hablo en valenciano en el lugar más emblemático de la ciudad.
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